De los 16 a los 18 años: optimismo, humildad, audacia, lealtad, comprensión, flexibilidad, prudencia y esperanza, son los valores que David Isaacs nos propone trabajar en esta etapa. La pregunta inicial que nos planteamos como padres, permanece: ¿Cómo lograré Educar en estos valores?

 

Muchas de las veces nos quedamos con la creencia de que como “ya crecieron” ya nos necesitan menos, pero la realidad es que nuestra labor continúa.

  • Propiciemos que se planteen constantemente preguntas como ¿Quién soy?, ¿Qué quiero hacer?, ¿Qué tipo de persona quiero ser?, etc. Buscando que en su proyecto de vida exista una coherencia con los valores con los cuales han sido formados. Con esto les ayudaremos a ser fieles a sí mismos.
  • Durante el tiempo que les hemos estado educando, nuestros esfuerzos se han orientado en hacerlos fuertes e inteligentes, con esto tienen ya la capacidad de poder comprender y ser prudentes con respecto a las situaciones que se les pueden presentar. Para que esto pase, debemos seguir fortaleciéndose en los valores, ya que recibirán mucha información y probablemente se cuestionen muchas de sus bases. Lo importante será que logren tener un criterio “inteligente” que les ayude a no dejarse llevar por impulsos y sean prudentes.
  • Tomemos en cuenta que ya son más grandes, por lo cual la exigencia debe haber crecido al igual que ellos, con esto lograremos que sean audaces y capaces de enfrentar cosas nuevas con la seguridad de que tienen bases a las cuales pueden recurrir siempre que así lo necesiten.
  • Finalmente, el optimismo debe ser parte de su vida. Que sepan ver el “vaso medio lleno”. Esto lo lograrán si fortalecimos su voluntad desde pequeños. Sabemos que muchas de las veces lo que ocurre en nuestro entorno pareciera desesperanzador, pero siempre existe la posibilidad de mejorar las cosas, eso está en nosotros.

Recordemos que a esta edad los jóvenes aprenderán mucho más si se dan la oportunidad de poner sus virtudes al servicio de los demás, esto les ayuda a ver que el servicio nos da muchas satisfacciones y además podemos encontrar el lado bueno de las cosas.

La tarea es constante, pero la recompensa hace que valga la pena, ¡¡ver a nuestros hijos convertirse en la mejor versión de sí mismos!!